En el aroma de las memorias de Hugo Irarrázaval Barros, descansa la paz que inspira coraje en cada latido del corazón. Que el amor tejido en cada recuerdo sea el bálsamo que alumbra el camino con gratitud y resiliencia. En cada suspiro, en cada paso, la esperanza se alza imponente, recordándonos que en la oscuridad también florecen las semillas de luz. Con los sueños como brújula y la fortaleza como escudo, abracemos la vida con valentía y amor inquebrantable. Hugo vive en nosotros, en cada destello de esperanza que guía nuestro camino.
Sus nietos: Teresita, Agustín, María Elisa, María Ignacia y Nicolás
Acompañamos a la distancia a nuestra querida ‘‘Man'', en el dolor de la pérdida de nuestro ‘‘Tata''
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