Que la luz del amor eterno de Adrián Edmundo Benavente Rodríguez ilumine nuestros corazones, infundiendo coraje para enfrentar los desafíos con resiliencia. Que su legado de gratitud nos inspire a valorar cada instante y a abrazar la vida con pasión y bondad. En su memoria, cultivemos la paz interior que nos guíe en medio de las tormentas, recordando siempre el poder sanador de la esperanza. Que su alma permanezca como un faro de amor y guía, recordándonos que en la oscuridad más profunda, siempre hay una chispa de luz esperando brillar.
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1 de diciembre de 2019