En la suave brisa que acaricia nuestros rostros, reside el eterno abrazo de Alejandro, recordándonos que en cada amanecer hay un nuevo comienzo lleno de amor y esperanza. Sus huellas de humildad y serenidad nos guían hacia la luz, recordándonos que en la sencillez encontramos la verdadera grandeza del alma. Sigamos adelante con gratitud en el corazón, confiando en que cada paso que damos nos acerca más a la paz interior y a la armonía con el universo. Que su legado de bondad y generosidad nos inspire a vivir con autenticidad y amor incondicional.
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15 de mayo de 2019