En el jardín de la vida, las raíces de Alfonso Rioja Rodríguez florecen eternamente, recordándonos que en cada imperfección se esconde la belleza más pura. Sus pasos se convierten en estrellas que guían nuestros caminos, recordándonos que la humildad y el amor son la luz que disipa las sombras del desaliento. Que su legado sea el eco suave que nos susurra al corazón: la esperanza nunca se desvanece, solo se transforma en un canto suave que nos acuna en los momentos de incertidumbre. ¡Sigue adelante con fe y amor, porque en cada amanecer brilla la promesa de un nuevo comienzo!
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15 de mayo de 2019