En el legado de Ana María Mardones Ruiz perdura un vínculo eterno: amor que sana heridas, coraje que despierta fortaleza, resiliencia que transforma pruebas en enseñanzas, gratitud que ilumina los momentos oscuros y paz que abraza el alma. Que su memoria sea un faro de esperanza, guiándonos a seguir adelante con bondad en el corazón, valentía en el espíritu y la certeza de que cada nuevo amanecer nos regala la oportunidad de ser mejores. Que su luz perdure en nosotros, recordándonos que el amor es eterno y la esperanza, inquebrantable.
Publicado en el archivo
22 de febrero de 2024