Que la luz del amor que Angélica Araya Monserrat irradiaba nunca deje de guiarnos en momentos de oscuridad. Que su coraje y resiliencia nos inspiren a enfrentar nuestras propias batallas con valentía y fortaleza. Que la gratitud por haber cruzado nuestros caminos con el suyo nos enseñe a valorar cada instante de la vida. Que la paz que encontró en su corazón sea un recordatorio de que, a pesar de las adversidades, siempre hay espacio para la calma y la serenidad. Que su recuerdo nos impulse a vivir con pasión y esperanza cada nuevo amanecer.
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21 de marzo de 2020