En el jardín de la vida, Antonio plantó semillas de amor y coraje que florecen en corazones agradecidos. Su legado de resiliencia nos recuerda que en los momentos de oscuridad, la luz de la esperanza siempre brilla. Que su memoria sea un faro de paz que guíe nuestros pasos con valentía y gratitud. Sigamos adelante con la certeza de que cada amanecer nos regala una nueva oportunidad para abrazar la vida con amor inquebrantable. Aunque su presencia física ya no esté, su espíritu perdura como un cálido abrazo de consuelo y fortaleza.
Publicado en el archivo
12 de noviembre de 2019