Que la luz del amor eterno que Carlos Alfredo González Oyharcabal irradió durante su vida, continúe guiando nuestros corazones hacia la resiliencia y la gratitud. En cada amanecer, encontremos el coraje de abrazar la vida con determinación, recordando con paz su legado de bondad y esperanza. Que su memoria nos inspire a cultivar la compasión y el aprecio por cada momento. En el sendero de la existencia, sepamos que el amor perdura más allá del tiempo y que nuestra fuerza interior nos sostiene en los momentos de oscuridad. ¡Sigamos adelante con fe y amor en nuestros corazones!
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6 de junio de 2020