A través del amor inquebrantable que Cecilia irradió, recordemos su coraje y resiliencia. Que su espíritu vivaz nos inspire a abrazar la gratitud por cada instante de luz en nuestras vidas. En su memoria, cultivemos la paz interior que ella irradiaba, recordando que en la oscuridad siempre hay espacio para la esperanza. Sigamos adelante con la certeza de que cada nuevo amanecer nos brinda la oportunidad de renovarnos y crecer. Que su legado nos impulse a vivir con pasión y compasión, extendiendo siempre una mano amiga a quienes lo necesitan.
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6 de agosto de 2019