En el legado de Celinda Fabres de Burr perdura un canto de amor y gratitud, una melodía de coraje y resiliencia que nos abraza en la más profunda paz. Que su memoria sea faro de esperanza, recordándonos que en cada amanecer hay nuevas oportunidades para abrazar la vida con renovado fervor. En la senda del recuerdo, cultivemos el jardín de emociones que ella sembró: la fortaleza de espíritu, la bondad inquebrantable, la sonrisa que ilumina el camino. Sigamos adelante con el corazón lleno de suave luz, sabiendo que el amor siempre guía nuestros pasos.
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11 de septiembre de 2019