En el jardín de la vida, las raíces de Clara Adriana Arroyo Heredia florecen eternamente, recordándonos que en cada pétalo habita el amor inquebrantable y la luz serena de la esperanza. Que su legado sea la brújula que guíe nuestros pasos con humildad y firmeza, recordándonos que en los momentos de oscuridad, siempre podemos encontrar la belleza de un nuevo amanecer. Que su memoria sea un bálsamo de paz y fortaleza, recordándonos que el amor perdura más allá de la distancia, y que en cada latido late el eco eterno de su amoroso legado.
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21 de mayo de 2019