Que la luz del amor que Eduardo sembró en cada corazón perdure como un faro de esperanza, recordándonos que el coraje y la resiliencia nos guiarán en cada paso. En su memoria, cultivemos la gratitud por los momentos compartidos, nutriendo la paz interior que nos fortalece. Con cada amanecer, busquemos la belleza en lo cotidiano, abrazando la vida con valentía y fe en un mañana luminoso. Permitamos que su legado de bondad nos inspire a ser mejores, a amar más profundamente y a abrazar la infinita posibilidad de la vida con gratitud y serenidad.
Publicado en el archivo
11 de septiembre de 2019