En el infinito rincón del corazón, florece la semilla del amor que Emilio Madrid Cerda sembró, recordándonos que el coraje y la resiliencia son senderos hacia la paz interior. Que cada amanecer sea una oportunidad para abrazar la gratitud por lo vivido y por lo que aún está por venir. En cada latido, en cada suspiro, encontremos la fuerza para seguir adelante con fe y esperanza, transformando nuestras cicatrices en estrellas que iluminan el camino. Que su legado nos inspire a vivir con pasión y a abrazar la vida con valentía y generosidad.
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4 de abril de 2020