En la eternidad de sus sueños, Enrique Vicuña Videla nos enseñó que en la humildad y la serenidad reside la verdadera grandeza del corazón. Que su legado de amor y esperanza ilumine nuestros caminos, recordándonos que cada día es una oportunidad para sembrar bondad y cosechar alegría. Que en cada amanecer encontremos la fuerza para seguir adelante, con la certeza de que el amor siempre será nuestro guía y la esperanza nuestro horizonte. Que su memoria nos inspire a vivir con gratitud y empatía, honrando su legado con cada acto de bondad.
Publicado en el archivo
16 de mayo de 2019