En el legado de Ethel Kiblisky Grinberg perdura un canto de amor que trasciende el tiempo, infundiendo coraje en los corazones cansados, sembrando semillas de resiliencia en cada alma y recordándonos la belleza de la gratitud en cada nuevo amanecer. Que su luz brille eternamente, guiándonos por senderos de paz y esperanza, donde florezcan los sueños más profundos y seamos testigos del poder transformador del amor incondicional. En su memoria, abracemos la vida con valentía y sigamos adelante con la certeza de que en cada desafío y cada lágrima, encontramos la fuerza para sanar y crecer.
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5 de julio de 2019