En el legado de Fernando García Aguilar perdura un faro de amor inquebrantable, una sinfonía de coraje y una melodía de gratitud eterna. Su espíritu resilientemente inspirador nos susurra al oído, recordándonos que en cada amanecer hay lugar para la esperanza, en cada lágrima brota la fuerza de seguir adelante. Que su recuerdo nos envuelva en paz y nos abrace con la certeza de que, aunque las estrellas brillen más lejos, su luz sigue iluminando nuestro camino. Sigamos en su honor, tejiendo el amor y la esperanza en cada latido de la vida.
Publicado en el archivo
30 de enero de 2024