Que la luz del amor que Francisco Bunster Larraguibel sembró en cada corazón perdure para siempre, recordándonos que en la oscuridad más profunda siempre brillará la chispa de la esperanza. Que su coraje inspire en nosotros la valentía de enfrentar los desafíos con determinación, mientras cultivamos la resiliencia para levantarnos una y otra vez. Con gratitud en el alma, abracemos la vida con un renovado sentido de propósito, sabiendo que en la quietud del presente encontramos la paz que anhelamos. Que su legado nos guíe hacia un futuro lleno de amor y esperanza.
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9 de febrero de 2024