En memoria de Ilse Emma Harms Diercks, recordemos que en el jardín de la vida, cada flor marchita deja semillas de amor y gratitud que florecerán en nuevos amaneceres. Que su legado nos inspire a abrazar con coraje la adversidad, a nutrir la resiliencia en nuestros corazones y a cultivar la paz que yace en cada alma. En cada suspiro, en cada latido, encontremos motivos para seguir adelante con esperanza y propósito, recordando que el amor que compartimos nunca se desvanece, sino que perdura en cada acto de bondad que sembramos.
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20 de febrero de 2020