En el jardín de la vida, la luz del amor y la fortaleza de la resiliencia de Isabel brillan eternamente, recordándonos que la gratitud y la paz interior son semillas que florecen aún en terrenos áridos. Su legado nos enseña a abrazar con coraje cada amanecer, confiando en que en cada ocaso, la esperanza nos sostiene. Que su memoria sea el faro que guíe nuestros pasos, recordándonos que en los momentos oscuros, la luz de la humanidad brilla más intensamente. En su honor, renovemos nuestro compromiso de vivir con amor y esperanza.
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23 de noviembre de 2019