En el baile eterno de la vida, recordemos a Jaime con gratitud y amor, su coraje resonando como un faro de esperanza. En su legado de resiliencia, encontramos fuerza para seguir adelante, abrazando cada amanecer con renovada paz en nuestros corazones. Que su memoria nos inspire a cultivar la bondad y la compasión, sembrando semillas de luz en los días oscuros. Que su espíritu perdure como un recordatorio de que, incluso en la tristeza, podemos hallar belleza y propósito. Que su amor nos guíe hacia un mañana lleno de esperanza y nuevas oportunidades.
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18 de enero de 2020