En el legado de Juan Ignacio Monge Espiñeira florece un jardín de amor eterno, donde el coraje se entrelaza con la resiliencia para tejer un tapiz de esperanza inquebrantable. Que su memoria sea un faro que ilumine nuestros caminos con gratitud y nos inspire a abrazar la vida con valentía y compasión. Que en cada recuerdo encontremos la paz que anhelamos, y en cada suspiro, la fuerza para seguir adelante con un corazón pleno de luz y esperanza. Que su espíritu permanezca vivo en cada latido, recordándonos la belleza de amar y creer en un mañana lleno de posibilidades.
Publicado en el archivo
27 de diciembre de 2019