En la memoria de Lidia Montoya Contreras, recordemos que el amor y la gratitud son semillas que germinan en nuestro ser, nutriendo nuestra alma para que crezca con coraje y resiliencia. Que en medio de la tristeza encontremos la paz, y en los momentos oscuros, la luz del amor propio y la esperanza nos guíen. Que cada lágrima derramada sea un tributo al amor compartido y cada suspiro un recordatorio de la belleza de la vida. Sigamos adelante con valentía, anclados en la certeza de que la esperanza florece incluso en los terrenos más áridos.
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25 de enero de 2020