Que el amor que Lila emanaba siga iluminando el camino de todos nosotros, recordándonos la importancia de vivir con coraje y gratitud en el corazón. Su resiliencia y paz interior nos inspiran a abrazar cada día con esperanza y bondad, honrando su memoria a través de nuestros propios actos de amor y compasión. Aunque su presencia física ya no esté con nosotros, su espíritu perdurará en cada sonrisa compartida, en cada gesto de amabilidad y en cada momento de conexión genuina. Sigamos adelante con sus enseñanzas como guía, sabiendo que el amor nunca muere.
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1 de julio de 2019