En el jardín de la vida, el recuerdo de Magdalena López florece como una rosa etérea, recordándonos el valor del amor incondicional y la gratitud por cada instante compartido. Que su coraje y resiliencia sean faros de luz en nuestros momentos oscuros, guiándonos hacia la paz interior y la esperanza renovada. Que su legado de bondad perdure en nuestro ser, recordándonos que incluso en la despedida, el amor vincula eternamente los corazones. Que su memoria sea un susurro suave que nos inspire a abrazar la vida con amplitud y calidez, tejiendo hilos de amor inquebrantable.
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14 de mayo de 2020