En el legado de María Bermunda Fernández Moralez florece la semilla del amor eterno, cimentada con coraje, resiliencia y gratitud. Que su luz guíe nuestros pasos hacia la paz interior, renovando la esperanza en cada amanecer. Que su memoria sea un recordatorio de que, en medio de la oscuridad, siempre podemos encontrar destellos de belleza y fortaleza. Que cada corazón herido sea sanado por el poder transformador del amor incondicional. En su honor, abracemos la vida con valentía y compasión, sabiendo que su espíritu perdura en cada gesto de amor que entregamos al mundo.
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30 de abril de 2024