En el jardín de la memoria de María Enriqueta Marín Yáñez florecen las semillas de amor y esperanza que ella sembró con humildad y serenidad. Que su legado nos inspire a regar con gratitud nuestros propios jardines internos, cultivando la fortaleza de corazón para seguir adelante con la certeza de que, aún en la oscuridad de la noche, el amanecer siempre llega con nuevos brotes de alegría y luz. Que su recuerdo sea el sol que ilumina nuestros días y el viento suave que guía nuestros sueños hacia horizontes llenos de paz y realización.
Publicado en el archivo
16 de mayo de 2019