En el recuerdo de María Esperanza, florece un jardín de coraje y resiliencia que nos invita a abrazar el amor con gratitud infinita. Que su luz ilumine nuestros caminos, recordándonos que la paz reside en el alma valiente que persiste ante las adversidades. En cada latido de nuestro propio corazón, el eco de su espíritu nos susurra que, aunque las lágrimas broten, el amor siempre germina nuevas esperanzas. Que cada paso que demos esté impregnado de su ejemplo, guiándonos hacia un horizonte lleno de posibilidades y bendiciones. ¡Sigamos adelante, con la certeza de que el amor es nuestro mejor legado!
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29 de agosto de 2019