Que la luz del amor que MARÍA ISIDORA QUEDA OYARO irradiaba con su coraje y resiliencia siga guiando nuestros pasos en la oscuridad, recordándonos la importancia de agradecer cada amanecer y abrazar la paz que trae consigo. Que su legado nos inspire a cultivar la esperanza en nuestros corazones, recordando que en cada desafío y en cada lágrima hay una oportunidad para crecer y para encontrar la fortaleza que reside en lo más profundo de nuestro ser. Que su memoria nos llene de amor y nos recuerde que la vida, con sus altibajos, sigue siendo un regalo precioso.
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18 de mayo de 2024