En el legado de María Luisa de la Rivera Montenegro perdura la llama inextinguible del amor, la fuerza del coraje y la belleza de la resiliencia. Que recordemos su ejemplo con gratitud, encontrando en cada amanecer la promesa de nuevos horizontes llenos de paz y esperanza. Que su memoria nos inspire a abrazar con valentía cada desafío, sabiendo que en el corazón de la adversidad se gesta la semilla de nuestra transformación. Que en cada lágrima hallamos fortaleza y en cada sonrisa la certeza de que el amor perdura más allá del tiempo.
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8 de febrero de 2024