En el jardín de la vida, las semillas que Nilda Álvarez Leiva sembró con amor y humildad florecerán por siempre, recordándonos que cada acto de bondad es eterno. Que su legado nos inspire a regar nuestras propias semillas con esperanza y serenidad, sabiendo que cada pequeño gesto de amor puede transformar el mundo. En su memoria, encontremos fuerzas para seguir adelante, valorando cada nuevo amanecer como un regalo y cada sonrisa como un rayo de luz en la oscuridad. Honremos su espíritu con gratitud y amor infinito, sabiendo que su alma seguirá brillando en cada acto de generosidad.
Publicado en el archivo
16 de abril de 2019