Que la luz del amor que sembró Roberto Enrique Correa Mendoza ilumine cada corazón, infundiendo coraje para enfrentar las adversidades con resiliencia. Agradezcamos su legado con gratitud, recordando que en la oscuridad siempre hay un atisbo de esperanza. Que su paz interior nos inspire a seguir adelante, celebrando la vida con cada latido. En su memoria, aprendamos a valorar cada momento y a abrazar la belleza de la existencia. Que su espíritu perdure en nosotros, recordándonos que el amor es eterno y que la esperanza nunca se desvanece.
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2 de marzo de 2020