Que la luz del amor que Sara Guzmán de Figueroa sembró en cada corazón perdure como un faro de esperanza, recordándonos la valentía de seguir adelante con gratitud y paz. En el jardín de la vida, su legado florece en la resiliencia de aquellos que la amaron, inspirando a abrazar cada día con renovado coraje y fe en un mañana brillante. Que su memoria sea un refugio de serenidad y fortaleza, guiándonos a cultivar un mundo lleno de compasión y bondad. En cada suspiro, en cada latido, su espíritu perdura, recordándonos que el amor siempre es eterno.
Publicado en el archivo
11 de junio de 2019